Prado del Rey, en la Sierra de Cádiz, Andalucía, España (Foto © Chico Sánchez - Derechos Reservados) |
También recuerdo que cuando llegó Europa se arrancaron miles árboles, muchos de ellos olivos centenarios, los ataques indiscriminados al medioambiente aún continúan. Casi todos los árboles frutales que había en las calles cercanas a mi casa, los amascos de mi puerta, los morales. Todo se mandó arrancar.
El siguiente "avance" que llego a mi pueblo fue que cada uno ahora tenía su coche, su automóvil, el cual usaban para trasladarse desde su casa al trabajo, que está, algunas veces, a 500 metros. ¡Incluso menos! Y si el cine se convirtió en banco: ¿Cómo no habría de convertirse la plaza en un estacionamiento privado? El pueblo se quedó sin plaza durante unos años. Si señor, otro gran "avance".
Pino recién cortado en este año 2013. (Foto © Chico Sánchez - Derechos Reservados) |
El cierre del cine y la apertura del banco fue la primera señal del"primermundismo" y "desarrollo". Un signo claro de lo que sería el destino de sus habitantes: la deuda.
Por otro lado, gastar uno o dos euros diarios en gasolina para ir a lugares que estan quinientos metros de tu casa no es inteligente, pero eso trajo la modernidad, si no gastas lo poco que tienes no eres nadie. Así es como parece funcionar el asunto.
La tristeza de ver tantos árboles arrancados me hizo escribir dos poemas en 1999, en el Noticiero Pradense, una publicación anual. Se titulaban asi: Las obras de la sociedad. Siglo XX y El Mundo.
Saltamontes atrapado en automóvil. (Foto © Chico Sánchez - Derechos Reservados) |
Mis textos avisando de una crisis ecológica hicieron que mucha gente me llamara loco. Y creo que tenían razón: intentar salvar al mundo que no quiere salvarse es, sin duda, una locura.
Decía Albert Einstein que la cosa más bella que podemos experimentar es lo misterioso. Es la fuente de todo arte y ciencia verdaderos. Pues bien estos dos poemas son para mí sólo eso: un misterio.
Las obras de la sociedad. Siglo
XX
(Chico Sánchez, Noticiero Pradense. 1999)
Obras que
se elevan en un mar nebuloso de cifras, cantidades y una supuesta justicia para
todos.
Un río
secreto de neurosis y desvaríos tan cercanos a la muerte como el muerto mismo.
Una
sucesión de extasis y desafío que fluyen del desierto del dolor inadvertido.
Un sonoro
ruido que hace de las máquinas un destino numeroso y libertino.
Una nube de
humo que puebla el horizonte de los lechos de amor temprano.
Cifras
inmensas que en su cielo abarcan de un amor al más cruel desvarío.
Hormigueros
humanos que se hallan escribiendo en las páginas del futuro.
Una cruenta
medida que expresa en un cuaderno en qué número y a qué precio el dolor ha de
ser compartido.
Una fiesta
que oculta en el sotano crímenes y millones de estómagos vacíos.
Un sistema
que terminará venciendo al más inmenso océano conocido.
Un plan
profundo capaz de borrar al hombre de su camino.
El mundo
(Chico Sanchez, Noticiero Pradense, 1999)
El mundo,
se arrastra
hacia la basura.
El
amanecer,
contaminado
agoniza en el horizonte.
La cultura,
tiene un
virus y esta descartada.
Los frutos
de la aurora
ya no son
tan hermosos.
Los
filósofos son poetas autómatas.
Todos:
programados.
La
naturaleza
es una
materia decrepita,
abandonada a
nuestra suerte.
Los arboles,
arden pasivos
e indefensos.
La tierra,
es un
desecho extenuado,
universo de
decadentes civilizados.
-El hombre
tomó este camino,
perder el
mundo, y se
perdió,
y con él el
mundo.-
Este año 2013, durante mi visita a mi familia, fui a visitar a un buen amigo, dueño de un bar, para tomar un café con él y saludarlo. Este amigo me dijo: Chico, tu eres de los que lo decías, tu decías que esto iba a acabar mal, y no te hicimos caso. Fuimos como el pez que vive en el agua pero no se da cuenta de su existencia. Sus palabras me hicieron mirar atrás y desempolvar estas poesías.
De nada sirvieron mis textos y tampoco creo que sirvan para mucho hoy. Pero, siendo honesto, no comparto estos textos para salvar al mundo; el mundo no parece querer salvarse.
Las personas están tan convencidas de que el sistema funciona que aunque cada día les va peor se negarán a reconocerlo. ¿Pero quién sería yo para juzgar a las personas por creer en el sistema? Yo vivo en este sistema y además estoy atrapado en otras creencias: las de mi propio mundo.