Pero no voy a centrarme en los detalles sobre su penosa situación económica y su falta de atención médica, cosa de sobra conocida. Voy hablar de la gran hospitalidad que me brindaron, la gran generosidad con la que colaboraron conmigo y sobre todo el ejemplo de amor y entrega que ambos han hecho y hacen para lograr que Alondra tenga una vida mejor. Creo que estas personas desconocidas son indispensables para que las cosas mejoren en las comunidades y son, con su entrega a sus hijos, los que de verdad cambian el mundo.
La historia de Alondra la plasmé en una presentación con fotos y audio titulada San Judas Tadeo, el nombre de un albergue para niños con enfermedades crónicas y terminales de Ciudad de México donde conocí a Alondra y sus padres. Para ver este audiovisual pincha en la fotografía.
(Foto ©Chico Sánchez-Derechos Reservados) |