La historia de la Madre Inés es una de las historias más impresionantes que he conocido. Con más de cuarenta años y después de ser monja durante casi veinte. Sor Inés recibió en una de sus misiones en Chiapas tres niños con parálisis cerebral y un sacerdote le pidió que los trajera a Ciudad de México para antenderlos. Aunque la madre fué muy cautelosa y respetuosa siempre, negandose a entrar en detalles sobre lo sucedido, resultó que una vez en México tuvo que tomar una elección, o deshacerse de ellos, por motivos legales, supongo, o seguir en el convento. Tomó una decisión difícil pero que cambió su vida: Eligió quedarse con los niños.
Al principio pasó momentos durísimos. Pasó mucha hambre y tuvo que dormir muchas veces a la intemperie, cuando dormía. De ser una monja, una persona respetada y sin carencias, a tener que mendigar para poder sobrevivir y ayudar a los niños. Como siempre hay gente buena un vecino del centro de la ciudad oyó de su historia y le ofreció un cuarto pequeño donde al menos podría dormir bajo techo.
Nos contó que llegó a pasar varios dias sin comer y que le fallaban las fuerzas, en esos momentos rezaba a Dios y los milagros se manifestaban, aparecía alguien que le daba comida o limosna, eso le daba fuerzas para seguir. Y Dios se manifestó de una forma muy diferente a lo que ella esperaba y lo hizo por medio de unas prostitutas, en DF las llaman sexo servidoras, que la ayudaron en todo momento. Sobre la prostitución y los motivos por los que creo que se debería legalizarse escribí un post en este blog que te invito a leer aquí.
Un tiempo después la madre encontró un terreno en un lugar de las afueras de Ciudad de México que estaba sin urbanizar y ahí decidió hacer su hogar. Cuando podía iba a una fábrica de ladrillos cercana y recogía ladrillos rotos o tirados. Con estos hizo su primera casa, una casa que se llevó la primera tormenta, se derrumbó. Doña Inés no se desanimó y siguió. Hoy día tiene una casa grande. La perseverancia siempre da sus frutos.
Y fue en esa fábrica de ladrillos donde la Madre Inés conoció a el ya fallecido Luis Eng Fui, que por su origen la madre lo llamaba "El Chino". Doña Inés lo recuerda con lágrimas en los ojos. Luis "El Chino" fundó el Café el Popular a finales de los años cuarenta, este café restaurante, de sobra conocido en la capital mexicana, sigue abierto hasta el día de hoy en el Centro Histórico de la Ciudad de México, ubicado en el número 52 de la calle 5 de mayo, tiene unos precios muy buenos, abre 24 horas y sus comidas con sabor mexicano son generosas y ricas.
En este restaurante y gracias al gran corazón de Luis la madre recibía comida y cuando se quedaba dormida de pie del agotamiento la llevaban a la cama de la casa de la familia donde se recuperaba. Fue José Luis, el hijo de este hombre, quién me llevó a conocer el hogar de la Madre Ines. Que momento más impresionante ver este reencuentro.
La casa se fundó oficialmente en 1965. Hoy día Inés Valdivia González, la Madre Inés, tiene 84 años, su casa se llama la Casa de la Divina Providencia. Desde entonces ha cuidado a más de 2800 niños. Muchos murieron por enfermedades graves, otros sufren incapacidad o enfermedades crónicas pero gracias al esfuerzo de su madre otros crecieron, estudiaron o se casaron y ahora ayudan cuidar de sus hermanos y hermanas. Hoy hay 236 personas entre niños y adultos en este hogar.
Inés cuenta con mucho orgullo que algunos de sus hijos han hecho carreras universitarias, son profesores, profesionales, etc Todos los niños que pueden van al colegio y las tareas cotidianas se reparten entre todos.
La Madre Ines siempre está necesitada de donaciones y le encanta que visiten a sus niños.
Para más información sobre su casa hogar visita su página web: ladivinaprovidencia.org
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| (Foto ©Chico Sánchez-Derechos Reservados) |
Una conclusión que he sacado es lo importante de la educación sexual y el uso del preservativo entre las parejas jóvenes. Muchos niños nacen porque los padres no usan el preservativo, primero por falta de educación o porque son católicos y creen que usar el preservativo es pecado. Si el pecado existiera, pecado sería traer a estos niños al mundo para sufrir de esa forma tan terrible. La prohibición del sexo no ha funcionado ni funcionará, incluso dentro de la iglesia su prohibición ha fracasado, y creo que esto lo reconocen ya muchos sacerdotes. El movimiento anglicano es un ejemplo de apertura digno de mención. Creo que la época medieval ya pasó y ojalá que los avances científicos sean aprovechados para evitar situaciones tan graves.
